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La Memoria

¿Qué es la memoria?

 

   Imaginemos cómo sería un día de nuestra vida sin esta capacidad cognitiva. Podríamos suponer que hoy despertamos en nuestra habitación sin memorias. No sabríamos en dónde estamos ni qué día es, pues tampoco tendríamos la noción de “días”. No reconoceríamos los diferentes elementos que hay en ella como cortinas, cama, mesa de luz, etc. No sabríamos qué hacemos allí, ni quién somos. Tal vez, orientaríamos nuestra vista hacia las diferentes fuentes de sonido presentes en el lugar (gato maullando en la calle, timbre en la puerta, personas hablando a lo lejos), pero no sabríamos qué son, qué significan. Es posible que, en ese momento, intentemos tocarlas o acercarnos a ellas, pero, sin embargo, hasta el hecho de aproximarnos sería imposible, dado que algo tan simple como caminar también forma parte de nuestro repertorio de memorias. En algún momento de nuestra historia personal, también aprendimos a desplazarnos con nuestros pies y esa información está almacenada en nuestro cerebro. Si continuamos recreando el escenario, nos haremos una idea de la importancia que tienen nuestras memorias en nuestra vida cotidiana, dado que esta capacidad participa en actos tan simples como preparar una taza de té hasta en actos tan complejos cómo saber quiénes somos o recordar los planes que teníamos programados para el día de hoy. De esta sencilla visualización podemos ir construyendo una definición de memoria. Tomemos el ejemplo de caminar, actividad que aprendimos en algún momento, a través de la experiencia. Así, podemos definir a la memoria como un cambio en el comportamiento debido a una experiencia anterior. En la actualidad, las neurociencias definen a la memoria como una representación interna de información adquirida a través de aprendizaje, que se halla codificada espacio-temporalmente en circuitos neuronales, mediante cambios graduales en las propiedades reactivas de las neuronas y en las conexiones entre ellas. En otras palabras, la neurociencia plantea que la información que adquirimos se almacena en nuestro cerebro a través de cambios en las conexiones entre las neuronas. Cabe aclarar que, si bien se denomina memoria a todos los cambios en el comportamiento producto de la experiencia, no todo comportamiento es memoria. Hay comportamientos guiados por circuitos heredables que no sufren cambios por la experiencia, denominados “patrones fijos de comportamiento”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Fases de la memoria

   La construcción de la memoria no ocurre instantáneamente, sino a través de un proceso con una determinada dinámica temporal. El aprendizaje constituye el primer paso del proceso, llamado fase de adquisición, donde se produce la codificación de los estímulos sensoriales en representaciones neuroquímicas. El segundo paso, denominado consolidación, constituye un período de estabilización que permite a la memoria subsistir en el tiempo. Se demostró que esta fase es dependiente de la expresión génica y de la síntesis proteica. Ya consolidada la memoria, se puede recuperar la información almacenada, lo cual ocurre durante la fase de evocación, a través de la cual somos capaces de evidenciar la existencia de la memoria. A su vez, las memorias consolidadas pueden reactivarse luego de la presentación de un recordatorio, atravesando un período de vulnerabilidad seguido de un período de reestabilización. Esta fase de la memoria es denominada fase de reconsolidación y permite la actualización y modificación de la información almacenada. Así, bajo determinadas circunstancias, las memorias consolidadas pueden volver a un estado transitorio de inestabilidad (labilización) en el que requieren re-estabilizarse para persistir en el tiempo. Este proceso fue evidenciado en diferentes especies de animales, incluyendo el hombre, y fue estudiado en diversos tipos de memoria. Se observó que durante esta fase, las viejas memorias pueden mejorarse, perjudicarse e incluso incorporar nueva información dentro de la misma red de memoria.

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